$1600.00
ISBN 978-987-46986-5-0
14 × 20 cm, 330 páginas
Traducción: Santiago Featherston
Resérvame el vals sigue la historia de Alabama Beggs, durante sus primeros años en un pueblo del Sur de los Estados Unidos –en el seno de una familia de tres hermanas que buscan cobijo de la severidad del padre en el amparo emocional de la madre–, y a través de su matrimonio con David Knight, joven teniente y aspirante a pintor, con quien se muda a Francia después del éxito de sus primeros cuadros y el nacimiento de su hija. Allí, frente a la sucesión de hechos, personajes y situaciones que ponen a prueba su vínculo con David, Alabama se esfuerza por describir la magia y el desencanto con la misma precisión y una simple convicción ética: vivir su propia vida.
Con esta novela de corte autobiográfico, inspirada en su infancia y juventud en un pueblo de Alabama (Estados Unidos) y sus años de matrimonio con el escritor Francis Scott Fitzgerald, Zelda afronta una cuestión central que comparte con la protagonista: la búsqueda de un reconocimiento que la sitúe más allá –o más acá– de su rol de hija, esposa o madre, de un reconocimiento que la admita como individuo con una concepción propia del mundo y una vida interior soberana. De un canal, en definitiva, por donde dejar correr su sensibilidad y su imaginación hacia el plano concreto de una obra que pueda sostenerse como esta novela.
Zelda Sayre Fitzgerald (Montgomery, 1900 - Ashville, 1948), fue una escritora norteamericana, conocida como la primera flapper. En 1920 se casó con el escritor Francis Scott Fitzgerald y más tarde ambos se mudaron a Francia con su única hija, Frances. Zelda escribió cuentos y artículos y una obra de teatro en colaboración con Scott. Cuando el periódico New York Tribune le solicitó una opinión de la obra de su marido, Zelda escribió: «El autor parece creer que el plagio empieza por casa». Scott había transcripto páginas enteras de los diarios y las cartas de Zelda en sus primera novelas. Además de la escritura, Zelda se dedicó a la pintura y el ballet. En 1930 se le diagnosticó esquizofrenia y estuvo en sanatorios de Francia y Suiza. Tras el alta, los Fitzgerald regresaron a Estados Unidos. Poco después, Zelda ingresó en una clínica psiquiátrica donde escribió su única novela publicada, Resérvame el vals (1932). Además, publicó una obra de teatro, Scandalabra (1933). Murió en 1948, a causa de un incendio en el hospital de Ashville donde se encontraba internada y escribiendo su segunda novela.
«Tenía la rebeldía de una belleza del Sur y la desinhibición de un niño. Hablaba con una vitalidad y un ingenio tan espontáneos –casi exactamente como escribía– que pronto dejó de molestarme el hecho de que la conversación tuviera la naturaleza de la “libre asociación” de ideas y resultara imposible de seguir». EDMUND WILSON
«Zelda Fitzgerald sin duda poseía una mirada observadora y un don para la descripción lírica, y compartía con su marido la habilidad de leer los signos del espíritu de una época en el arco de la vida de un individuo». NEW YORK TIMES